martes, 7 de octubre de 2008

desfasado

Había olvidado las miradas mas hambrientas que la mía propia, no había habido oportunidad ni manera de volver a percibirlas. Una sonrisa del mal acompañada de insinuación inapropiada, el instinto animal de acoso asqueroso y mi nerviosismo psíquico-emocional obligándome a falsear e intentar huir.
Las había olvidado, a todas. Por yo haberme convertido en una de ellas.
¿Quién fue el maestro, quien se dignó a enseñar? El instinto de mierda.
Asqueroso temor el que produjeron y la secuela anual que dejaron. ¿Cómo se atreven a inducir el temor en el pequeño ser que contemplan? Acaso no se percibe la debilidad …
Pobre animalito tentado, el asco más puro como resultado le da.

1 comentario:

María Ethos dijo...

y encima este estúpido que no se de qué se la da ...