Hacia tiempo ya que no me detenía por esto.
-La densidad acrecienta. Aire espeso, humo obstruyendo el procesar y desbarajustes internos generan un colapsar-
Mi tutor, mi maestro, el guerrero, es él quien más me apoya.
El mismo banco bajo el mismo sol de hace un año atrás, los mismos ítems lustrados por el tiempo pero visiones ilimitadas esta vez. Hasta podría hablarse de un proyecto juntos, un crecimiento, tal vez.
La bicicleta es vieja, pero nueva, su cabeza sigue pero a él lo intentan parar nuevamente. No habrá, esta vez, desilusión –Se pretende, claro- Quien se atreve afirma y acertará por siempre. Mi visión es ilimitada, y lo sabemos, lo que predigo lo escribo y así se da. Ya no creo en nadie, pero en mi.
‘Ya estoy fría, no quiero a nadie’ dije y largó la carcajada. Sabe que no miento aunque en mi solapa todos vean mis medallas de mitómana y en mi cuarto los trofeos. Hay que creer.
A los dos nos pasó lo mismo, estar rodeado de quienes en determinado momento elegimos, parar el tiempo y decir: no, esto no.
Duele rechazar a quien se ama, pero cuando las funciones cambian y el deseo de irse revive malestares se prefiere el adios y no el seguir.
‘Te tenes que proyectar solo y de ahí surgir’ le dije, y me dio la razón.
Porque la tengo.
Ya no quiero esto.
sábado, 22 de noviembre de 2008
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