Hay que destruir mientras se es joven.
Por dentro, las células iban avisando que el cuerpo ya no respondería. Se dejó ser al ‘yo’ y ese otro suspendió su normal funcionamiento reemplazándolo por avisos, tentativas y alucinaciones.
Aunque haya sido verdad que dentro del vaso con wiski un hielo, por haberse estado derritiendo, se movió él prefirió obviarlo dentro de la ebriedad y ante la sumisión, dio por sentado, sabido y reconocidamente conceptuado, que el regreso no llegaría y un destino más por contemplar habría.
Se enredaba, también, en recuerdos fúnebres de veranos ya pasados, poco olvidados y aun provistos de descomposición.
Suspiraba, porque creía.
Tanto había querido sanar, tantas mentes que curar y ahora él estaba del otro lado cambiando el uniforme. ¿Quién se hubiese imaginado semejante desvirtuar?
Seguían sus proyectos mientras que frente a la luz él se posaba, ante la inutilidad propia y por entre la memoria una aceptación debía de asomarse.
Se sorprendía de la velocidad del deterioro que en él había causado.
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Poco caballero y encima reconocía serlo.
Increíble todavía tener deseo.
Y aun así, la piel de mis manos no deja de estar teñida, ni en mi interior el desgarro parece sanar. Hoy recordaba una frase bastante mala pero cierta con la que terminaba una película que jamás vi entera … Era algo así como el eterno deseo de conocer a la persona ideal ‘y que me merezca’.
Esas cosas jamás suceden.

1 comentario:
yo ya habia hablado de esto, recien ahora me doy cuenta ...
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