miércoles, 31 de diciembre de 2008

Sesenta y nueve

Volviste a perpetuar lo que por despecho planteaste y en remordimiento plasmas una insatisfacción propia.
Las uñas lavadas de un blanco solitario.
Y otra vez te encontrabas hablando de dolor y vacío, con la mirada particular del enfermo junto con la visión limitada del que no quiere cruzar el puente.
Hablo del síndrome vertiginoso que se crea por un malestar dorado de la profecía que decidiste no respetar. Que atrevimiento! Me extraña araña … Siendo tan noble de ti, caer rendido en una cama que no te pertenece, en el rincón del frío y la ventana que da a los ladrillos apilados por la lucha por llegar a la nada.
Rendido ante la meta? Y a no confundirse con meca … Aunque conociéndonos, nuestros finales siempre fueron las caídas …

“Un sótano hecho humo; miles de imágenes se proyectan en mi pantalla privada, la cual se me antepone y se me abalanza con astucia; mis diapositivas internas; y a mi espalda: el encierro; mientras recluto fuerzas y ejércitos. Allí transcurre la escena. Mi muerte y resurrección cíclica.
La luz tenue, verde su tono.
A media noche, a media luz se traza el plan.
Un plano que encierra hectáreas de pensamientos en las cuales se localizan campos de concentración para reposo y hastío; el bosque del olvido, las minas del pecado … Sobre la mesa enchapada en ralladuras y punzadas descansa el mismo ... Y mi campo de batalla centraliza la idea. Un núcleo violento y desorbitado.
“¿Quién habló de medallas?, ¿Quién habló de honores?” -Se paralizan ante mi autoridad- “Esta es una guerra civil y estas son mis tropas.”
El inventario: enormes cantidades de armas, explosivos por doquier, las detonaciones más impactantes y mi cargamento personalizado.
Polvo, arritmia, desconcierto, agonía y la plegaria. El error, accidente y el hombre que yace junto a su tumba sin siquiera saber que le pertenece eternamente.
La explosión, la detonación, un temblor agobiante, una colisión, un choque, destrucción, y todo COLAPSA.


KOLLAPS!”


Terrible manera en la que mi mano izquierda se ha adormecido y enorme el dolor que usarla me causa.
No encontré la cita que buscaba, pero terminé dándome cuenta de una figurativa involución en mis palabras.
Creo que volví a bifurcar, y no me molesta, no aquello. Tan solo temo que mi nariz vuelva a sangrar.


(Es hermoso saber que hay melodías que jamás terminarán de sonar y de esta manera jamás dejarán de ser escuchadas.)

1 comentario:

Druida del Sur dijo...

wau.....siento como si lo hubiera escrito yo....

antes de alcoholizarme por ultima vez

y ver en un velorio como se destruyen mis fantasias de amor
y mi inventario quimico

que eran lo poco que sostenian


FELIZ ANIO