N de Nada y Todo.

Se renovaba y avanzaba, siempre en el mismo lugar. Sin desplazarse. Hacía sentir la pertenencia como nadie y todo volvía a revolverse por dentro. Lo que se debe y lo que se puede. Hay que sacar de lugar la estructura establecida, rozar la piel, y si la amplitud lo permite, morder el músculo. Una primera vez luego de millones pero siempre única y eterna, mientras que todas las noches uno se recuesta sobre el mármol con el deseo fijo, variante que se da según en quien resida la cuestión. La prisión de la noche, el intento de concilio de sueño, fijaciones que perpetúan la más áspera enfermedad por tragar.
Y uno no para de describir creyendo que así se da la orden de entender.
Se pretende mediante el pensar constante llamar la atención del deseado, que suene el aparatito y una vez más. Una sola vez, más. Que la telepatía vuelva a actuar, como en esas tardes en las que se amanecía con la propuesta, cuando unas horas después se presentaba y luego, el contacto que se dio y nunca debió haber terminado ocurrió. Si hubiese sabido que la evolución se iba a dar aún sin haber estado escrita, hubiese actuado como si estuvo demandado a ser. Y así fue.
Fue.
Y un hombre que gemía en mi oído.





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No hay historia más eterna que esta que me hiciste inventar, maldito imbécil.
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"Qué es la ley? No derramar sangre.
Quién hace las reglas? Alguien más.
Las reglas son escritas sobre piedra
Rompe las reglas y no tendrás huesos
Todo lo que consigues son burlas, risas
Y un viaje a la casa del dolor."

"Qué pasa cuando rompemos las reglas?
Qué pasa cuando las reglas no son justas?
Todos sabemos que vamos de acá
A la casa del dolor."
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